Génesis 1 – ¿Qué revela este capítulo sobre el poder y la creatividad de Dios?
Dios decide crear nuestro mundo enteramente por voluntad propia. No es algo forzado, accidental ni inevitable; sucede simplemente porque Dios lo desea. Imagino a Dios disfrutando verdaderamente de este proyecto de bricolaje, deteniéndose después de cada paso para admirar la obra, viendo lo bueno que es, y luego pasando al siguiente paso. Hay un sentido de gozo en el proceso, una exploración juguetona mientras la creación se despliega. Dios se toma el tiempo para examinar y celebrar la obra divina, observando cómo brotan y florecen las plantas, cómo la atmósfera se llena de oxígeno, y cómo se prepara el escenario para que lleguen todas las criaturas que se mueven y respiran. Debió haber sido un festín de colores, sonidos, olores y texturas, lleno de movimiento y cambio constante.
Cuando Dios nos crea a su imagen, heredamos esa misma alegría y emoción por las cosas que creamos y descubrimos. Ya sea preparando una comida sabrosa y colorida para mi familia o saboreando el primer bocado juntos, ese sentido de maravilla y deleite es un regalo de Dios. A través de nuestros propios actos de creación, grandes o pequeños, nos recordamos el amor de Dios por el proceso y la belleza de llamarlo todo “muy bueno”.
“Espíritu creativo de Dios, ¡déjame encontrar hoy gozo en hacer algo con mis manos, notar algo nuevo, aprender algo emocionante sobre nuestro mundo!”
